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El diagnóstico tardío determina un inicio inoportuno del tratamiento, incrementando la gravedad del daño, especialmente pulmonar y nutricional. La evidencia demuestra que la intervención precoz mejora el pronóstico, que debe realizarse con tamizaje neonatal o ante una sospecha diagnóstica con confirmación oportuna. [6] Los aumentos en la supervivencia promedio de los pacientes con FQ durante los últimos años se han atribuido en gran medida al diagnóstico temprano y al tratamiento especializado en las primeras etapas de la enfermedad. Así, los dispositivos mecánicos son de ayuda en la kinesioterapia que se pueden usar desde los 4 a 5 años. [6] Caso contrario, sino se establece un tratamiento constante al paciente en estadios tempranos de la enfermedad, esta puede conllevar a enfermedad pulmonar obstructiva crónica, compromiso sinusal, insuficiencia pancreática exocrina, desnutrición secundaria e infertilidad. Algunos pacientes, incluso, en el curso de la enfermedad, desarrollan diabetes, pancreatitis recurrente, osteoporosis, artropatía, compromiso renal y cáncer digestivo. [6] Según el último registro, en Perú estarían naciendo de 60 a 120 niños con FQ cada año [6]; sin embargo, dicho registro se encuentra desactualizado, lo que conlleva, según la evaluación de casos de pacientes con FQ a nivel mundial, que en nuestro país también se esté presentando una mayor incidencia en la población infantil. Durante la primera infancia (menor 6 años), los niños desarrollan nuevas habilidades cognitivas y emocionales, siento estas últimas en niños con fibrosis quística de mayor impacto, ya que aprenden a comunicarse con amigos sobre su enfermedad. Además, los niños comienzan a tomar responsabilidad y aprender a comprender y gestionar aspectos de su tratamiento, el cual aparte de ser muy costoso dependiendo de la gravedad en la cual se encuentre el paciente, se basa en su mayoría en el uso de fármacos. Asimismo, la rutina de visitas a terapias de tratamiento con larga duración de tiempo, en muchos casos, conlleva al niño a un estado de negación y aburrimiento, por lo cual la necesidad de equipos médicos eficaces resulta de suma importancia en este periodo de la enfermedad.